DIOS Y EL AUTOCONOCIMIENTO
El hombre que realmente anhela descubrir, entender y experimentar aquello que se define con la palabra “Dios” debería comenzar su búsqueda adentro de sí mismo.
El auto conocimiento nos permite abrir gradualmente las puertas de nuestras dimensiones interiores para que podamos descubrir allí las respuestas a todas las incógnitas existenciales. Por eso decían los griegos: “Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.
Sólo cuando hallemos la presencia mística de Dios en nuestro interior podremos participar de algo práctico y real que nos permitirá superar todas las teorías muertas a las que vivimos aferrados.
Los diferentes dogmas que cargamos sobre Dios son obsoletos e inservibles cuando nunca aportan nada para que cambiemos, despertemos, maduremos y nos revolucionemos espiritualmente.
En el mundo abundan los creyentes y los escépticos que debaten entre sí y difieren en las ideas, pero en las acciones y en su forma de vida resultan ser muy parecidos.
La humanidad lleva siglos venerando la imagen de un Dios externo que ha sido insuficiente para ayudarle a superar el egoísmo, las guerras, la discriminación, la injusticia, la indiferencia, la miseria, la contaminación, etc.
Curiosamente las creencias solo han llenado el mundo de partidos religiosos que fomentan la rivalidad, la discordia y la división entre los hombres.
¡Ha llegado la hora de despertar!, es momento de que aprendamos a conocernos a sí mismos para que podamos descubrir la presencia de Dios en nuestro interior.
EL REAL SER:
"¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?"
Palabras de Jesús a los Judíos
Juan (10:34)
El real Ser es la presencia divinal e inmortal que se encuentra latente en el interior de todo individuo y en cualquier fragmento de la creación.
Si desarrollamos la sensibilidad y la atención podremos percibir en nuestro interior la presencia de una inteligencia abstracta y sutil que nos invita a recorrer caminos muy diferentes a los que el ego siempre nos ha planteado.
Lastimosamente, vivimos distanciados de nuestro real Ser y de la verdad porque nos identificamos constantemente con la personalidad ilusoria y con el ego que desarrollamos a lo largo de la vida.
El objetivo fundamental del auto conocimiento es liberar la conciencia de todos los egos, agregados psicológicos y condicionamientos que obstaculizan la experiencia de esa presencia mística.
Por medio del auto conocimiento podemos librarnos de todos los artificios que hemos puesto sobre sí mismos para reconocer gradualmente a nuestro real Ser interno hasta lograr identificarnos totalmente con él y con sus propósitos.
Si permanecemos atentos percibiremos al real Ser manifestándose en el dictamen de nuestra conciencia. Podremos comprenderle y seguirle si nos esforzamos por entender su lenguaje intuitivo y por descubrir los propósitos particulares que tiene para nuestra existencia.
Lastimosamente olvidamos progresivamente el lenguaje de nuestro real Ser cuando aprendemos el lenguaje de los hombres.
Conoceremos cada vez más nuestro Real Ser interno a medida que experimentemos su presencia en nuestro interior. Esta es la verdadera religión que nos conecta con Dios sin la interferencia de ningún intermediario.
Conoceremos a Dios cuando escuchemos su voz sin palabras hablando en nuestro corazón.
Conoceremos a Dios cuando descubramos la invitación que nos hace a seguir sus directivas y voluntad que siempre persiguen nuestro perfeccionamiento, bienestar y felicidad.
Conoceremos a Dios cuando percibamos en nuestro interior la inteligencia superior que es incomprensible para los cálculos y razonamientos de la mente.
Conoceremos a Dios cuando empecemos a entender el experimento espiritual del cual formamos parte.
Conoceremos a Dios cuando estudiemos y comprendamos las leyes de la naturaleza que rigen nuestra vida y organizan el movimiento rítmico de la creación.
Para acceder a este conocimiento nuestra atención debe estar alerta a las revelaciones del presente porque su presencia jamás podrá hallarse en el futuro o en el pasado.
Solo con un recto conocimiento de Dios, el hombre puede vislumbrar el propósito espiritual de su existencia y encontrar un cimiento sobre el cual apoyar su frágil e imperfecta naturaleza que siempre se inclina hacia el exceso y el error.
Sin conocimiento de Dios, la vida resulta fría, artificial, estéril, complicada y extremadamente dolorosa.
Sin conocimiento de Dios el hombre permanecerá en inquietud perpetua así posea toda la erudición y el entendimiento de la ciencia.
Recordemos que el hombre de conocimiento puede aprender de todos los hombres, pero debe dirigir su fidelidad únicamente hacia su propio Ser interior.
OBSTÁCULOS PARA EL CONOCIMIENTO:
Dios es una palabra que en la mayoría de mentes se encuentra asociada a un conjunto de conceptos dogmaticos e inverosímiles. Si queremos alcanzar un conocimiento real, debemos estar dispuestos a cuestionar una y otra vez nuestras creencias y a revalorizar todos los conceptos que hasta el momento hemos desarrollado.
Esa gran realidad no es algo que pueda comprenderse simplemente por reconocer su existencia, por creer ciegamente en las tradiciones o por aceptar las ilustraciones de las autoridades religiosas por sublimes, lógicas y bellas que puedan ser. Acceder a un conocimiento superior sobre este asunto demanda estudio y dedicación individual. Debemos estar dispuestos a refinar constantemente nuestros hallazgos para poder ascender progresivamente a niveles superiores de entendimiento.
Si procuramos conocernos a sí mismos iremos descubriendo gradualmente las formas absurdas con las que pretendemos acercarnos al entendimiento de Dios; por las cuales solo nos distanciamos de la experiencia directa y de la comprensión.
Recordemos que el hombre puede ser miembro de una religión, puede leer libros espirituales, puede hacer rituales y ejercicios místicos, puede vestir de túnica, puede ser una celebridad religiosa, puede liderar congregaciones, puede conocer doctrinas y filosofías; y sin embargo permanecer distanciado de la experiencia de Dios.
La palabra Dios abarca un amplio conjunto de verdades espirituales de las cuales solo podemos hacernos conscientes a medida que las vamos viviendo y experimentando en nuestro interior.
Las enseñanzas de los sabios y despiertos pueden ofrecernos pistas para encaminar nuestra búsqueda hacia la comprensión, pero no pueden darnos la experiencia con la cual se cristaliza el verdadero conocimiento y la fe consciente.
Sin experiencia ni contacto directo solo desarrollaremos formas mentales, vagas e inverosímiles construidas por nuestra propia mente. Si no hay receptividad de nuestra parte y no comenzamos la búsqueda en el interior, terminaremos fabricando un Dios externo con la proyección de nuestras propias ideas y prejuicios morales.
Sólo por medio de la atención y de la receptividad podremos captar y estudiar las diferentes formas como puede presentarse nuestro Real Ser en los fenómenos y situaciones de la vida cotidiana. Recordemos que todas las circunstancias de nuestra vida son formas como Dios nos dialoga, nos instruye y nos invita al entendimiento.
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